IMITAR LO BUENO

POR: CHRISTIAN PANIAGUA

…todo lo que está bien hecho, se imita, dijo el filósofo: yo lo patrocino y lo decreto para armonizar con la ley de la atracción y, más temprano que tarde; vivir esas cosas que uno desea hacer realidad. Somos, para el universo, granos de arena en el océano de la existencia, pero, en la rueda de la vida, por el simple acto de coexistir, jugamos un papel preponderante dentro del curso de la sociedad que nos cobija y nos modela.

Así las cosas; vale contribuir para que nuestro obrar sea una bendición. Que lo bueno predomine dentro de casa y fuera de ella, al punto que la desgracia del vecino todos ayudemos a superarla. No callar, porque eso otorga. Mas hoy día, cuando los antivalores predominan; aportar serádeber cumplido. Sin medias tintas ni hipocresía maquillada, la gravedad llama a actuar, a superar las miserias de los medios que se cantan, se lloran y ríen sobre lo que adolecemos como sociedad.

El tema de las niñas que paren niños está en boga; es vergonzoso y, acusarlas; de nada sirve porque ¿a quién le amarga un dulce? Carnes al viento y neuronas exacerbadas por los ritmos de moda y su llamado a “gozar”: es derecho legítimo de cada uno, pero, en orden, observando la privacidad y los tiempos. Eso evitaría broncas como la que evidencia lo mal que esta el país en materia de decencia: con abuelas de 30 años disque empoderadas –burladas en colmados y discotecas- adoctrinando a sus crías para que sean como Ellas. ¡Chucha madre!

Ante el daño consumado, propongo un bono -en metálico- para toda joven que se gradúe de bachiller, sin salir embarazada. Simple; seguir los ejemplos de países que tienen éxito gratificando a las convocadas. ¡Sí, hágase la luz! Sin temor a que las niñas pobres del país acudan en avalancha al programa, en busca de cuarto. ¡Bienvenidas sean las pinceladas del “cambio” dibujándose sobre el lienzo de la miseria! Bonificar ese sector de la sociedad es un acto hermoso. Meritorio. Mejor, si la premiada se gradúa con buenas notas. Esas merecen elogios de las autoridades, en voz alta: llevarlas al Palacio y luego pasearlas en autos descapotados, cual súper hembras.Además de becas universitarias y empleos que motiven a otras adolescentes para que todas empiecen a creer…

Sépase que el dinero y el tiempo invertido por el gobierno para regañar y amenazar a las niñas que -temprano- le dan sonoro uso a su fábrica de muchachitos; se está perdiendo en charlas aburridas, paños tibios, preservativos fatulos, bla-bla-bla y otras boberías: no es chiste. Vale más pagar para que las niñas esperen su mayoría de edad y, en el ínterin, enseñarles que *el placer no tiene desperdicio*Que su sagrado derecho al buen sexo estará siempre ahí, para gratificarla como Dios manda en Genesis, de modos que la raza humana no se estanque.

Presidente, implementar lo que naciones del primer mundo hacen con éxito, es sumarse al ejército de la sensatez -a usted esa virtud le sobra-. Ordene que los “genios” de la economía criolla y personal de Salud Pública -Educación y Ministerio de la mujer- armen el programa de bonos a niñas que se graduaran, libres de la atrofia de un embarazo prematuro. Analícelo y vea que la idea tiene mérito: ONG internacionales y países inclinados a aportar fondos para esos fines, sobran. Mario Lama, Pepín Corripio, los Rainieri y otros dilectos -hombres, mujeres y los otros del rebaño– y hasta el pueblo llano; aportaría para esa causa. El dinero está: se puede. El programa es simple si se empieza en zonas vulnerables y a poco se suma toda la geografía nacional.

A ver: ¿Qué de malo tiene gratificar a esa parte de la sociedad tan olvidada de todo estimulo? Ir a la comunidad y sembrar valores; es tarea obligada. Princesa de Capotillo, novela -genial- de Lui R. Santos: donde la inocencia de una niña es tragada por la vorágine más ruin que puta Republica parió en los pasados 500 años. Ella -que no sobrevivió- pero las que ahora están en turno para la molienda; verían cielos abiertos ante la digna oportunidad de guardarse, plenas, para hacer lo bueno. Entonces. ¿Quién se suma al llamado y aporta? El cambio sería ejemplar. Vanguardista: el oído puesto en la necesidad, bonificando a las mujeres que, mañana,dignificaran las estadísticas que hoy son el hazme reír de esta parte del mundo. Con datos que ni maquillándolos superan la burla. ¡Sí! Que en solo un año bajen -desaparezca- la oleada de niñas que paren niños. Peor cuando esas niñas paren a otras niñas que, al cabo, serán el relajo infame que desborde los medios. Y uno se pregunta ¿a cuantas niñas se le daría un futuro promisorio con el dinero que ese “pelotero” dilapidó, degustando -fuera de tiempo- a una chivirica? ¡Santísimo! ¡¡Peloteros, donen para ese fondo!! Que no se repita ver “cómo se pierde la cabeza por unas nalguitas” Ese chiste me lo sé en varias versiones, pero lo que nos ocupa es muy serio como para narrarlo ahora.

Mejor aprovecho para -de carambola- sugerir otra idea que -a su tiempo- beneficiará a toda persona de escasos recursos económicos que, aficionado a leer, se le bonifique por cada libro leído en cualquiera de las 1470 bibliotecas públicas repartidas a lo largo de República Dominicana: me explico; *leer y comer* Bono de $200 o de $300 pesos por libro leído, bajo la supervisión del encargado de lugar. El beneficiado lo cambia por alimentos en el colmado o el supermercado y ¡buen provecho! Estómago y cerebro nutridos en un solo acto. La suma estaría sujeta a lo digno y posible. Como también puede -cada biblioteca- disponer cupones con los que el lector acuda al Comedor Económico más cercano y sacie su hambre.

La semilla está plantada: Ministerio de Educación y dependencias afines que se empleen y creen -urgente- fondos para estimular a esa parte de la sociedad que mucho lo merece, lo necesita y, ¡gloria y honra! para el presidente en funciones que autorice y afine la idea, hasta implementarla; le amarán como al que más…

Ojo, niño o niña -pobre- recuperado por “chilatas” que, hasta el más tonto de los corruptos nuestros lo consume en cherchas de sobremesa, mañana será exitoso y ocupará, con hidalguía, puestos en nuestras altas cortes… y quien sabe y lo haga mejor…