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Preguntas sin respuestas

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  • Publishedabril 10, 2024

Juan Taveras Hernández

Dicen los defensores del derroche y la dilapidación de los recursos públicos, que la democracia en todas partes es muy cara. ¡Probablemente! Pero no tiene por qué ser tan costosa como en la República Dominicana. La débil “democracia” que mal disfrutan los dominicanos debe estar entre las más caras del mundo. ¡Y la menos efectiva!

Solo tenemos que observar los dos elementos primarios de una democracia garantista de los derechos ciudadanos fundamentales, como la Salud Pública donde el Estado invierte menos del tres por ciento del Producto Interno Bruto, y en Educación, donde apenas llegamos al cuatro por ciento, una conquista de la lucha popular.

Lo que digo sé que no le gusta a mucha gente, pero lo digo porque lo siento y lo creo firmemente. El Estado dominicano es muy grande. Puede reducirse un 50 o un 25% por lo menos. El Banco Central, para solo citar un caso, es más grande que el de Chile y el de muchos otros países. El Banco Central le cuesta una fortuna al pueblo dominicano.

Hay muchas instituciones repletas de empleados, haciendo lo mismo. La duplicidad de funciones es muy grande pese a los esfuerzos del presidente Luís Abinader en reducirla.

Todavía la corrupción administrativa, aunque se ha reducido enormemente durante el gobierno de Abinader, sigue teniendo un peso muy grande, por razones estructurales y culturales.

La corrupción no ha podido ser erradicada en ningún país del mundo; ni en China, donde los corruptos son fusilados, ni en Singapur, donde son condenados a morir ahorcados.

No lo digo para justificarla, porque mal de muchos, consuelo de tontos. Hay que continuar la lucha contra la corrupción. Pero ya no somos, como en el pasado reciente, uno de los países más corruptos del mundo.

Este país, pequeño, “triste, torvo y agredido”, donde la vida muchas veces no vale nada, no debe tener dos cámaras, una de senadores y la otra de diputados. El sistema legislativo debe ser unicameral.

No deberíamos tener tantas provincias, 31 más el distrito, igualmente no hacemos nada con 190 diputados. El Poder Legislativo es demasiado grande, ineficiente y costoso.

No tengo intenciones de ofender a nadie, pero ¿Para qué sirven los diputados del “Parlacen”? ¿Cuáles son los beneficios? Que alguien me diga ¿qué hace un diputado centroamericano en la República Dominicana, además de viajar todos los meses a justificar su salario al país sede de órgano legislativo? ¿Cuáles son sus aportes? ¿Alguien me puede contestar?

Me pregunto, sin que nadie se sienta atropellado, ¿para qué sirve un diputado de “ultramar”? ¿Qué invento es ese? ¿A quién se le ocurrió la brillante idea? ¿Al líder José Francisco Peña Gómez? ¡Error

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