Victor Elias Aquino,Desde niño escuché la expresión “los militares son cuadrados», el comportamiento se fundamenta en que los hombres de uniforme son instruidos la obediencia para cumplir determinados objetivos que, en el ámbito civil no siempre se entiende y se acoge de buena manera.
El dicho «los militares son estrictos» se convierte en modo coloquial de expresar que los policías y soldados no juegan con la obediencia a las órdenes, a menudo sin cuestionarlas. Esto es parte de la disciplina del entrenamiento.Leí que, la noche del Domingo 19 de agosto de 1877, Charles Spurgeon contó desde el púlpito de la Iglesia Bautista Reformada Independiente en Londres, donde desarrolló gran parte de su ministerio, relató que, en una ocasión fue invitado a dar una conferencia en el Ayuntamiento de Glasgow en Escocia, Reino Unido; y que, el policía de servicio en la puerta del local le impidió la entrada alegando que no tenía la boleta de entrada.La situación ocurrió, pese a que el famoso predicador estaba acompañado del alcalde de la ciudad, aquí es donde sale a flote la rigidez del entrenamiento policial cobra vida la expresión de que en las personas formadas así son muy estrictos. «Lo siento. Tengo órdenes, y no entrará sin boleto, fueron sus palabras que escuchó el famoso ministro«.En principio hablaron, negociaron, razonaron; pero nada “el buen y formado policía cumplía con su deber”, y no aceptaba mandatos de Spurgeon conocido como el príncipe de los predicadores ni tampoco de una autoridad local, al alcalde de Glasgow.No hay problema sin solución, debido a que, pese a la rigidez de su comportamiento, al final, el uniformado fue empático para permitir enviar sus tarjetas a su inspector, y de inmediato fueron admitidos y el siervo de Dios pudo dictar su conferencia.¿Qué lección aprendemos? Hay ocasiones en que, lo mejor no es acoger no por respuesta, “tanto el predicador como el alcalde no aceptaron un no por repuesta”, estaban dispuestos a entrar; así que negociaron y en el tiempo divino lograron hacer razonar con el hombre de uniforme.
Ahora bien, si el alcalde y el predicador aceptan el «No» por respuesta, y se hubieran ido, hasta el día de hoy se tendría la fama de que el siervo divino reunió a la gente y luego falló.
Lo mejor que pueden hacer las personas que están invitadas “al banquete del cielo” es perseverar en esta tierra y sin duda heredarán la vida eterna…
Sin importar quién se oponga. Permanece firme en tu decisión de entrar, y tan cierto como que Dios es verdadero, si hay esta resolución y perseverancia en ti, entrarás al banquete del amor, heredarás la vida eterna junto al creador del cielo y la tierra.