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Hace días escribí un Twitter que dice: “De algo estoy convencido: si Haití tuviera las reservas petroleras estratégicas mundiales que tiene Venezuela, hace tiempo que Estados Unidos lo hubiera invadido, desarticulado las bandas, matando y encarcelando a todos sus integrantes, en nombre de la paz y la democracia”.
Pero en Haití no hay más que pobreza, miseria, desolación y muerte. Haití no tiene las riquezas que tiene Venezuela. Así de sencillo, así de simple.
Desde la llegada al poder del comandante Hugo Chávez Frías en el año 1998, los Estados Unidos han mantenido una campaña sistemática de agresiones, sanciones, intento de golpe de estado, sabotaje, conspiraciones para asesinarlo, hasta su muerte en el 2013, siendo sustituido por el actual presidente Nicolás Maduro, que se ha mantenido en el poder desde entonces, acusado de dictador, asesino y narcotraficante, mientras aumenta las sanciones, siendo el país con más sanciones del mundo seguido de Rusia. Para colmo, el coloso del norte ha impuesto una recompensa histórica de 50 millones de dólares para el que lo mate, con lo cual busca que grupos militares o mercenarios internaciones formen brigadas para aniquilarlo, violando todos los acuerdos internacionales de autodeterminación y soberanía de los pueblos del mundo.
Para justificar su invasión a Irak, que costó más de un millón de muertos, Estados Unidos acusó a es a nación de tener armas biológicas de destrucción masiva.