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Por Francisco Cruz Pascual
Los intereses económicos que giran alrededor del Sistema Educativo Dominicano le tienen empanado. Desde hace muchas décadas, por lo menos las últimas tres del siglo pasado y las casi tres del presente, se han llenado de inconvenientes los procesos de gestión administrativa y académica de este importante instrumento para fundamentar el desarrollo de los ciudadanos y de la nación en todas las aristas del progreso. El sistema se asfixia, faltándole el oxígeno de las decisiones que se necesitan tomar para que se inicie una recuperación continua, que fortalezca a todos los procesos que se encaminan, desde la jerarquía organizacional hacia los directivos que se desenvuelven en las escalas inferiores de mando, especialmente los directores de las escuelas.
En forma reiterada, el sistema abandona procesos e inicia otros sin evaluar (ni siquiera por respeto), ni hablar con los actores acerca de las razones que tienen las autoridades para seguir armando nuevas rutas, sin visión para cerrar las anteriores sobre criterios evaluativos críticos.
La situación de la educación tiene al país en una baja moral sin precedentes, afectando a todo el conglomerado social, que se siente sin esperanzas ante un sistema educativo inoperante. Lo penoso de todo esto, es que el populismo coloca cegueras en los gobiernos, sin importar el color del partido que gobierne.
Al escuchar al presidente Abinader en su rendición de cuentas del 16 de agosto, uno se da cuenta de la desconexión que tienen sus optimistas palabras con la realidad. Es como si el mercadeo de las falsedades se erigiera en acción (para crear percepción), con el objeto de que se imponga sobre la realidad que sufren los actores en los distritos y escuelas.
El gobierno pasado dejó decenas de escuelas casi en etapas de terminación y el gobierno no las terminó en los cuatro años de ejecución de un presupuesto sin precedentes, bajo la sombra de empréstitos. Como consecuencia, hoy el sistema les niega a miles de estudiantes de todos los niveles de educación del MINERD, pleno acceso a la educación.
En realidad, crece el déficit de aulas en un número que se acerca a los ocho mil espacios áulicos, pero, el presidente parece no saberlo.
El gobierno 2016-2020, según datos estadísticos verificables en el portal del MINERD, dejó una cobertura del Nivel Inicial de 57.1% y en vez de crecer, se evidencia en los reclamos de madres y padres, que evidentemente ha decrecido, perjudicando a las familias de mayor vulnerabilidad.
Desde el MINERD desinforman al presidente para que enarbole un discurso incorrecto acerca de la situación de la educación inicial, básica y media, poniéndole a decir que el sistema “se encuentra en el camino correcto para mejorar la educación,” intentando justificar la realidad que presentan las agencias internacionales de evaluación de la calidad en el área de la educación, principalmente PISA.
Es verdaderamente lastimoso oír al presidente sentirse orgulloso de la última prueba PISA, porque no puede ser razón de orgullo que nos encontremos entre los seis países con peores calificaciones entre los ochenta y uno que fueron evaluados en las estratégicas áreas de las matemáticas, la lectoescritura y las ciencias.
Señor presidente, no podemos decirle al país que sentimos orgullo de ser la nación con una de las peores calificaciones en estas áreas del conocimiento básico, ¡porque eso es lo que somos! entre las ochenta y una nacionalidades evaluadas.
Otro gran desacierto del discurso de rendición de cuentas es el que alega que nuestro país se encuentra en el camino correcto para la mejora de nuestra educación, intentando justificar tal argumento en el avance de 16 puntos, en los Resultados de la República Dominicana en la Prueba PISA 2022, al compararla con los resultados de la Prueba 2018.
Es muy preocupante que nuestras autoridades no tengan dominio experto en el área de educación y que ignoren que no se puede comparar los Resultados de la Prueba PISA 2018 con los de 2022, ya que esta última fue modificada, a raíz del impacto que tuvo la Pandemia del COVID 19, en los sistemas educativos del mundo. Por lo tanto, no se usaron los mismos criterios en ambas pruebas.
Por otro lado, es aún más preocupante que nuestras autoridades ignoren que la Prueba PISA no es una evaluación de calidad educativa, ni tampoco evalúa lo que curricularmente se enseña a los estudiantes de la República Dominicana, ni guarda ninguna relación con los 13 factores ligados a la calidad de la educación, como se establece en el Artículo 59 de nuestra legislación educativa. De hecho, ni siquiera los resultados de esta última Prueba PISA son razón de orgullo, ya que, entre los 81 países participantes, la República Dominicana quedó entre los 6 peores resultados del mundo, sacando la tercera peor calificación global en Matemáticas, la séptima peor calificación global en lectura y la quinta peor calificación global en ciencias, siendo la peor calificación promedio de América Latina.