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El Talón de Aquiles de Nuestros Líderes
Por Edgar Álvarez
En la provincia de Montecristi llama poderosamente la atención cómo algunas figuras políticas logran ocupar espacios destacados en los medios tradicionales —radio, televisión y prensa escrita— así como en redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter, no por sus aportes positivos, sino por situaciones que afectan negativamente su reputación.
Paradójicamente, muchos de estos mismos líderes, ya sean legisladores, alcaldes o funcionarios del gobierno, dedican buena parte de sus jornadas a atender necesidades urgentes de la población. Desde temprano en la mañana, abren las puertas de sus hogares y oficinas para recibir ciudadanos en busca de soluciones a problemas de salud u otras dificultades cotidianas. Es un trabajo silencioso que, en muchas ocasiones, no trasciende al espacio público.
Pese a estas acciones, es frecuente ver cómo estas figuras son objeto de ataques o cuestionamientos mediáticos. Y lo más preocupante es que, en la mayoría de los casos, sus respuestas a estas críticas no son las más adecuadas, generando crisis innecesarias que terminan afectando su imagen y reputación pública.
Las figuras públicas —al igual que las empresas— deben comprender la importancia de la Responsabilidad Social. Este conjunto de acciones no solo busca mantener una relación cercana y positiva con la comunidad, sino que también actúa como una especie de “escudo” ante situaciones de crisis, ya sean reales o fabricadas. Cuando se construye una reputación sólida basada en hechos tangibles, las críticas pierden fuerza y la ciudadanía tiende a dar el beneficio de la duda.
En definitiva, no basta con hacer el bien; también es necesario comunicarlo de manera estratégica y responsable. La reputación no se improvisa, se construye día a día con acciones coherentes y una adecuada gestión de comunicación.
El autor:
Es Magister en Comunicación
Estratégica y Relaciones Públicas
UASD