Reliquias Sagradas

Por Carlos José Aquino.
La Iglesia Católica ha mantenido la categoría de “fragmentos venerados”, a los objetos asociados a la vida, pasión y muerte de Jesús, así como también a los restos corporales, ropajes, instrumentos y las pertenencias que estuvieron en contacto con los santos o beatos del catolicismo.
El culto a los vestigios llegó a tener gran importancia social, económica y cultural en la época medieval, convirtiéndose en una verdadera fiebre.
A tal grado; que el prestigio de los templos de esa fe se medía en función a la riqueza de sus relicarios, a los que también, se les atribuía la realización una importante cantidad de milagros.
Es así, como se inducía a su constante veneración, a lo que además se sumaban peregrinaciones hacia los templos que poseían esos objetos.
Existe una larga lista de fragmentos que los cristianos católicos veneran y con manifiesta devoción, buscan conocerlas personalmente; de las cuales mencionaremos algunos que por su fama e importancia son los más adorados. El sudario de Turín; la sabana que se cree envolvía los restos mortales de Jesús, después de la crucifixión, se encuentra en la Capilla del Sudario, en un anexo de la Catedral de Turín, ciudad de Italia. También “El Santo Grial”: copa donde Jesús habría tomado vino por última vez.
También, “La Vera Cruz”; restos del madero donde se considera fue crucificado Jesús. Todos están esparcidos por el mundo, principalmente en: La Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén y el Monasterio de Santo Toribio en España.
La “Lanza Sagrada”: se cree que el arma usada por Longinos, este es señalado como el soldado de Roma, que atravesó con una lanza el costado de Jesús en la Cruz.
A los ya citados, hay que agregar otros artefactos y restos, como los clavos del madero, las espinas de la corona que se atribuye colocaron a Jesús se hallan en distintos países; y finalmente está el “Santo Prepucio”, constituido por lo que se estima son os restos del tejido y piel resultante de la circuncisión de Jesús. Aunque se oiga raro, también a este se le atribuyen varios milagros. No olvido que la autenticidad de estos objetos ha sido cuestionada, y es un tema de discusión y controversias ancestrales.
En 1543 Juan Calvino, expresó, “ Si se juntarán todos los restos que se exhiben en la iglesias de la Cruz de Jesús se podría llenar un barco”.
Desde mi óptica estrictamente doctrinal cristiana, la fe debe ponerse solo en Jehová, pero al parecer; son muchos los que afirmando tener su fe en Dios, aun así, necesitan una constancia física de su presencia, y buscan estar en contacto con algo que coloque las bases para reforzar sus creencias.. Esto, en un plano donde la insignificancia de la lógica humana pueda obrar, calmando así las posibles dudas de sus mentes. “Ver para creer y palpar par no dudar”.
Al otro lado de estas flaquezas, existe una realidad incuestionable, llena de verdaderos sacrificios, entrega, valor y determinación, quienes; en vez de perseguir relicarios por todo el mundo, han ofrendado sus vidas en nombre de la fe. En dos mil años de cristianismo, más de 70 millones de miembros de esta fe han sido asesinados.
Aquí les relatamos, dos de los casos de seguidores de Jesús que padecieron terriblemente, por defender todo aquello en lo que creían. Veamos el caso de San Bartolomé. Se dice que fue crucificado boca abajo y antes de morir fue retirado del madero, para quitarle toda la piel de su cuerpo y en medio de tan terribles padecimientos, entonces fue decapitado.
Otro caso desgarrador del alma, fue el martirio a que se sometió a Santa Bárbara, primero fue flagelada, luego desgarrada con rastrillos de hierro, posteriormente colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes, para llevarla a un juez, que dictaminó su decapitación.
Son muchas y muy variadas las formas en que podemos adorar a Dios, desde cantar alabanzas o adoptar una postura de relevancia y contrición ante la majestuosa santidad de su presencia, has5ta la valiente disposición de entregar la vida sin dudarlo paradefender su nombre.
Cada uno de los mártires cristianos, cumplió con gallardía y entrega total, lo que Dios esperaba de ellos, sufrieron terribles dolores físicos, todo tipo de vejámenes y padecimientos, para entregar sus vidas. Las circunstancias que rodena el peregrinar terrenal, hoy no conllevan tales riesgos, pero Dios es el mismo y sigue esperando algo de nosotros. Benignidad, humildad, mansedumbre, paciencia, amor y perdón.
Si le damos la importancia y adoramos estas reliquias, más allá de reconocerlas como que fueron (en caso de ser reales), solo un instrumento de la obra de Dios, para llevar a cabo sus propósitos; entonces estaríamos desechando la verdadera enseñanza que el padecimiento de los santos aporta.
No debemos reducir a un plano físico, tal nivel de entrega, sacrificio y perseverancia, esto equivale a restar valor al verdadero significado de su indescriptible sufrimiento.
No debemos poner la fe y necesidades en algo que no es Dios, esperando que mediante una obra milagrosa se escuche nuestras necesidades o resuelva los problemasque nos agobian. Si hacemos esto, estaríamos promoviendo la idolatría y la hechicería, con lo cual, en vez de agradar a Dios, cometemos una terrible ofensa en su contra.