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Víctor Elías Aquino
Leyendo me enteré de una historia contada la noche del domingo 14 de febrero del año 1886 en el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres; mientras el pastorCharles Haddon Spurgeon predicaba contó que, al leer un periódico de la ciudad se entera del caso de una mujer de la cual amor lo brotaba por los poros a borbotones, sin dudas fue una de las damas másmaravillosas que jamás se ha vivido sobre la faz terrenal.
Spurgeon, habló también del hombre que le tocó a ella como “el hombre más vil” que ha existido, y que ha muerto sin haber sido colgado en la horca; en cambio, se refiere a la mujer como una de las más maravillosas que ha pasado por la faz terrenal.
Conforme la información disponible, el sujeto no había estado casado por mucho tiempo, pero no prosperaba en su profesión, y, sintiendo que tenía talento y habilidad vino a Londres con el permiso y consentimiento de la esposa para así abrirse camino por el mundo. D
La buena noticia es que, logró metas, y más que eso se convirtió en un pintor de retratos de una considerable eminencia; de tal forma que obtuvo la aceptación social y vivió las grosuras terrenales.
Ocurre que, él le había dicho a su esposa, en una ocasión que le había escrito, que si ella venía sería una carga para él, así que nunca mandó por ella para que viniese a Londres. Además, él nunca se comunicó con ella excepto en esa única ocasión mencionada, y nunca le envió dinero, ni siquiera un centavo.
La situación descrita en el párrafo anterior se mantuvo por cuarenta lagos años, y la esposa permaneció leal y fiel, a pesar, muy a pesar del dolor causado por el dolor cruel de esa conducta.
Con el paso del tiempo, el hombre dilapidó todo su dinero, y quedó reducido a la condición de un mendigo; y como si este cuadro fuera poco estaba lleno de enfermedades, y, “fue lo suficientemente vil para arrastrarse a la puerta de la mujer a la que había abandonado todos esos años”.
Puede parecer extraño, pero, ella le abre la puerta con deleite, “y le dio la bienvenida de regreso a su corazón”. Lo puso en su alcoba, y lo cuidó y lo atendió con el mayor cuidado, y gastó su vida sentada junto a su lecho hasta que él murió.
¿Acaso no fue espléndido de su parte? ¿Qué monumento no debería levantarse a una mujer tan llena de amor como ella?