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Por: Ángel Ruiz Bazán
En los últimos cinco años, la República Dominicana ha sido testigo de una transformación silenciosa pero profunda en el ámbito de la educación superior. Desde el año 2020 hasta el 2025, el gobierno del presidente Luis Abinader, a través del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt), ha desarrollado una política pública que ha marcado un antes y un después en la historia del acceso a la educación: la entrega de más de 40,000 becas nacionales de grado, posgrado y técnico superior en todo el territorio nacional.
Esta cifra no representa solo un número; es el reflejo de miles de sueños cumplidos, de familias que han visto cambiar su destino, y de comunidades enteras que hoy encuentran en la educación la herramienta más poderosa para su progreso. La política de becas del Mescyt, bajo la dirección del doctor Franklin García Fermín, ha sido mucho más que un programa académico: ha sido una política de inclusión, equidad y esperanza.
Educación con rostro humano y sentido social
El gobierno del presidente Luis Abinader ha entendido que la verdadera justicia social comienza con la igualdad de oportunidades. Por ello, estas becas no se han concentrado en los grandes centros urbanos, sino que han llegado a cada rincón del país, desde las provincias más desarrolladas hasta las comunidades rurales más apartadas, donde antes era impensable acceder a una educación universitaria o técnica.
Esa visión descentralizadora es la esencia de la política de inclusión del Mescyt: romper las barreras del privilegio, acercar la educación a los más vulnerables y sembrar el pan del conocimiento allí donde antes reinaba la resignación. Cada beca otorgada es una semilla de futuro, un mensaje de que el mérito y el esfuerzo valen más que la condición económica o la procedencia geográfica.
Transparencia, mérito y compromiso con la equidad
Otro aspecto que merece especial reconocimiento es la transparencia con la que se ha manejado todo el proceso de asignación de becas. En estos cinco años, el Mescyt ha consolidado un modelo de evaluación basado en méritos académicos, con criterios claros, públicos y verificables.
Las becas se otorgan sin distinciones, sin favoritismos ni exclusiones, garantizando que cada beneficiario sea seleccionado por su capacidad, esfuerzo y compromiso.
Esta forma de gestionar la política educativa ha restaurado la confianza de los estudiantes y de sus familias en las instituciones y en la promesa de una educación accesible y justa. Hoy, el joven de una comunidad agrícola de Elías Piña, de Monte Plata, de Pedernales, o de Barahona, tiene las mismas oportunidades que uno de la capital para formarse y superarse. Eso es lo que significa una política de inclusión real: la educación convertida en un derecho, no en un privilegio.
Un esfuerzo de Estado y un compromiso con el futuro
El impacto de estas más de 40,000 becas nacionales trasciende el ámbito académico. Cada estudiante becado representa un hogar que se fortalece, una comunidad que progresa y un país que se prepara mejor para los desafíos del futuro. El conocimiento genera desarrollo, y el desarrollo genera bienestar.
El liderazgo del presidente Luis Abinader, junto al compromiso incansable del doctor Franklin García Fermín y su equipo, han hecho posible que miles de jóvenes encuentren en la educación superior una nueva oportunidad de vida. No se trata solo de formar profesionales, sino de formar ciudadanos comprometidos con el país, con sus valores y con su gente.
El Mescyt, con esta política sostenida, ha demostrado que la educación puede y debe ser el corazón de la transformación nacional. No hay inversión más rentable que la que se hace en el talento humano, y en eso la actual gestión ha dado una lección de visión, eficiencia y sensibilidad social.
La educación como patrimonio común
Hablar de becas hoy es hablar de esperanza. Es reconocer que en cada estudiante becado hay un futuro maestro, un ingeniero, un médico, un investigador, una madre o un padre mejor preparado para servir a su comunidad. Es entender que la República Dominicana se construye con la inteligencia colectiva de sus hijos, y que esa construcción solo es posible cuando el Estado abre las puertas del conocimiento a todos.
Por eso, estos cinco años de gestión educativa representan más que una política pública: son un símbolo de lo que significa gobernar con propósito, con sensibilidad y con visión de país. El gobierno del presidente Abinader y el equipo del Mescyt han dejado una huella que trascenderá las estadísticas: la huella del compromiso humano con la educación y la equidad.
Conclusión: las becas como herencia de futuro
El verdadero legado de una nación no está en sus monumentos, sino en la educación de su pueblo. Las 40,000 becas nacionales entregadas entre 2020 y 2025 son una inversión que no se mide en pesos, sino en vidas transformadas. Son el testimonio de que cuando el Estado invierte en su gente, el país entero avanza.
La República Dominicana ha dado un paso firme hacia el futuro: ha hecho de la educación un derecho real, ha sembrado la esperanza en miles de hogares y ha demostrado que la justicia social empieza con una beca, pero florece con el conocimiento.
Porque como bien dijo Juan Pablo Duarte, “trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”.
