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La urgencia de una red psicoafectiva tras el paso de la tormenta Melissa

La urgencia de una red psicoafectiva tras el paso de la tormenta Melissa
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  • Publishedoctubre 27, 2025
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Por Doctor Ramón Ceballo 

La tormenta Melissa no solo dejó a su paso comunidades anegadas y pérdidas materiales en toda la República Dominicana. 

También dejó, como ocurre siempre en estos desastres naturales, una estela invisible pero profunda, el trauma emocional de miles de personas que lo han perdido todo, desde sus viviendas y pertenencias hasta sus mascotas y los útiles escolares de sus hijos. 

En medio de la emergencia, surge una necesidad impostergable que pocas veces se menciona en los planes de reconstrucción, la articulación de una red psicoafectiva nacional y comunitaria.

En situaciones de desastre, el enfoque de respuesta suele concentrarse, y con razón, en la asistencia inmediata de alimentos, agua, refugio, y electricidad.

 La verdad es que, el bienestar emocional y psicológico de las personas es un pilar esencial para la verdadera recuperación. No hay reconstrucción posible si el ánimo colectivo está roto. 

Las heridas emocionales, si no se atienden, pueden transformarse en un dolor crónico que erosiona la esperanza y paraliza la capacidad de rehacer la vida.

Una red psicoafectiva implica mucho más que enviar psicólogos a las zonas afectadas. Se trata de articular esfuerzos entre las instituciones públicas, las organizaciones comunitarias, los líderes religiosos, los docentes y los voluntarios locales para crear espacios de contención emocional, escucha activa y acompañamiento humano. 

Supone reconocer que el dolor compartido puede transformarse en resiliencia colectiva, que la empatía y la solidaridad también salvan vidas.

Los niños, por ejemplo, son particularmente vulnerables. Ver cómo la corriente arrastra su escuela o sus cuadernos no es una simple pérdida material, es un golpe emocional que puede marcar su desarrollo, y transformarse en un Psicotrauma. 

Las familias que han perdido a sus mascotas o sus recuerdos familiares necesitan un entorno que les permita procesar ese duelo sin sentirse olvidadas. 

La intervención temprana, tanto emocional como comunitaria, puede prevenir episodios de depresión, ansiedad, estrés, insomnio y violencia doméstica, que suelen aumentar después de eventos climáticos extremos.

Por eso, el Estado dominicano, a través del Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Educación y el Sistema Nacional de Atención a Emergencias y Seguridad,  debería considerar la creación de un programa nacional de acompañamiento psicoafectiva post-desastre, con equipos mixtos que incluyan psicólogos, trabajadores sociales, orientadores y promotores comunitarios. 

Este programa debería permanecer activo más allá de la fase de emergencia, fortaleciendo el tejido emocional de las comunidades afectadas.

No basta con reconstruir los techos si los corazones siguen derrumbados. La República Dominicana ha mostrado siempre una enorme capacidad de solidaridad en la adversidad. Hoy, esa solidaridad necesita ser organizada, guiada y sostenida por políticas públicas sensibles al sufrimiento humano.

Después de Melissa, el país tiene una oportunidad de transformar la manera en que responde a las catástrofes, pasar de la reconstrucción material a la reconstrucción emocional, y de la ayuda asistencial a la ayuda empática.

 Solo así podremos levantarnos no solo de las ruinas, sino también del miedo y la tristeza que quedan después del agua.

La Prensa tras la verdad