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Por : Alexander Olivence G.
En el rugir de los cañones y el coraje de un pueblo, la Batalla del 30 de marzo de 1844 quedó grabada en la memoria de la República Dominicana como un faro de resistencia y unidad. Hoy, al conmemorar este episodio heroico, no solo recordamos una victoria militar, sino el momento en que la determinación de nuestros próceres selló el camino hacia la independencia definitiva.
El contexto: Una lucha por nacer
Tras la proclamación de independencia el 27 de febrero de 1844, las fuerzas haitianas intentaron recuperar el control del territorio. Santiago de los Caballeros se convirtió en el escenario clave donde el general José María Imbert, junto a héroes como Fernando Valerio y Achilles Michel, lideraron una defensa férrea. Con ingenio estratégico y un ejército de civiles y militares, repelieron a un enemigo que duplicaba su número.
Más que una batalla: El símbolo de la unión
La victoria del 30 de marzo no fue solo un triunfo de armas. Fue la prueba de que, ante la adversidad, los dominicanos supieron unirse más allá de diferencias. Como dijo Juan Pablo Duarte: “Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor”. Este espíritu colectivo se reflejó en campesinos, mujeres y líderes que aportaron recursos, alimentos y valentía en las trincheras.
Legado en el presente
Hoy, el eco de aquella batalla resuena en los desafíos modernos. En un mundo donde la soberanía se enfrenta a nuevas amenazas —desigualdades, crisis globales—, el mensaje es claro: la unidad es nuestra fortaleza. Monumentos como el Fuerte Libertad en Santiago y las aulas escolares donde se enseña este episodio son testigos de que la historia no se olvida, sino que se construye cada día.
Honrar el pasado, labrar el futuro
Conmemorar esta fecha es un llamado a actuar. ¿Cómo honramos a los héroes del 30 de marzo? Con educación que fomente el orgullo patrio, con lucha contra la corrupción que debilita la nación, y con solidaridad ante los desastres naturales que prueban nuestra resiliencia. Como en 1844, cada dominicano tiene un rol: ser guardián de la libertad y arquitecto de justicia.
Invitación final:
Este 30 de marzo, izemos la bandera no solo en nuestros balcones, sino en nuestros corazones. Visitemos los monumentos históricos, compartamos las hazañas de Imbert y Valerio con las nuevas generaciones, y reafirmemos el compromiso con un país donde nadie quede atrás.
¡Que viva la República Dominicana, unida en su historia y audaz en su porvenir! 🇩🇴
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