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Por Robert De La Cruz
En los últimos días, ha generado inquietud la decisión de la organización de corte patriótico “La Antigua Orden Dominicana” de realizar una marcha en el conocido hoyo de Friusa, una zona caracterizada por una alta concentración de inmigrantes haitianos. Si bien la preocupación por la inmigración irregular es legítima y debe ser atendida por las autoridades, este tipo de manifestación en un área tan sensible podría desencadenar incidentes lamentables con repercusiones negativas no solo para los inmigrantes, sino para el pueblo dominicano en general.
El hoyo de Friusa, ubicado en Bávaro-Punta Cana, es un territorio donde, de manera evidente, la presencia haitiana es predominante. Esto no es un secreto para nadie. Sin embargo, cualquier enfrentamiento o altercado que se produzca en este lugar podría generar un caos innecesario, afectando de manera significativa la imagen del país y, sobre todo, su principal fuente de ingresos: el turismo.
República Dominicana ha construido su desarrollo económico en gran parte sobre la industria sin chimeneas, una actividad que depende en gran medida de la percepción de seguridad y estabilidad en sus destinos. Un solo incidente, una sola víctima (sin importar su nacionalidad) sería suficiente para generar titulares internacionales que cuestionen la seguridad en la zona turística más importante del país. ¿Estamos preparados para asumir las consecuencias de una crisis mediática que podría impactar nuestras divisas y el sustento de miles de familias?
Es un error considerar que la problemática de la inmigración haitiana se resuelve con manifestaciones en lugares donde estos ciudadanos ya se han asentado. La verdadera responsabilidad de esta situación recae en los organismos estatales encargados de aplicar la Ley General de Migración. Por tanto, si una organización desea hacer valer su voz en defensa de la soberanía nacional, lo lógico y estratégico sería que dirija sus protestas hacia los actores responsables:
Una llamada a la reflexión
Antes de llevar a cabo esta marcha en Friusa, es importante que sus organizadores y las autoridades competentes analicen las posibles repercusiones. No se trata de ignorar la problemática de la inmigración irregular, sino de abordarla de la manera correcta: exigiendo respuestas donde realmente deben darse.
El país necesita soluciones, no crisis. Y esas soluciones solo se encontrarán si se señala con claridad a los verdaderos responsables y se demanda acción en los espacios adecuados.