El derecho ajeno
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Por Juan TH
Decía el insigne ciudadano del mundo nacido en México, Benito Juárez, que “entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Si de algo carece el mundo, es de respeto a las ideologías, las religiones, los sistemas políticos, económicos y sociales. La intolerancia de los que se consideran superiores a los demás, no permite que haya paz en el planeta.
Los Estados Unidos, por ejemplo, se consideran gendarme del universo; se atribuyen la potestad -que nadie le ha dado- de invadir países cercanos y lejanos, propiciar guerras y devastaciones, aniquilar a millones de personas en todos los continentes, secuestrar y matar jefes de Estado, propiciar golpes de Estado para terminar con los gobiernos que considera desafectos, como ocurrió en Chile durante el mandato del presidente constitucional Salvador Allende, derrotado y asesinado, hecho que se repite en muchas otras latitudes.
No hay ningún respeto al derecho ajeno, por la independencia y autodeterminación de los pueblos, consagrado en las Naciones Unidas. ¡Por eso no hay, ni habrá paz en el mundo! Maurice Bishop, en la pequeña e indefensa Granada, fue ejecutado junto a varios miembros de su gobierno después de un golpe de Estado auspiciado por Estados Unidos. Los cuerpos aún se encuentran desaparecidos.
Hablo de Estados Unidos porque está muy cerca de la República Dominicana, y porque nosotros también hemos sido víctimas de sus acciones, invadiéndonos en dos ocasiones, derrotando al primer presidente democrático, elegido por su pueblo tras la desaparición de la tiranía Trujillista. Pocos países latinoamericanos -por no decir ninguno- han escapado de las garras del coloso del Norte. Cuba ha sido víctima durante más de 60 años de un bloqueo criminal que le ha impedido crecer y desarrollarse bajo sus propios términos. Su derecho a la autodeterminación se ha violado sistemáticamente a pesar de que las Naciones Unidas lo han rechazado una y otra vez.
Ya lo decía el libertador Simón Bolívar: “Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar de miseria a América en nombre de la libertad” (y la democracia). Así ha sido. La historia no miente, los hechos tampoco.
Pero la historia es la misma desde tiempos inmemoriales. Justo compré un libro en Cuesta, Breve Historia de los Imperios, como nacen y como se derrumban, de Gabriel Martínez-Gros. La historia, guardando la distancia y los tiempos históricos. El hombre no aprende de sus errores, ni tiene límites en su ambición de poder desmedido. Las guerras provocadas por los imperios: japonés, chinos, rusos, griego, romano, alemán, francés, español. italiano, egipcio, romano, otomano, etc., etc., etc. Sirven para explicar el desarrollo de la humanidad, pero al mismo tiempo, su capacidad destructiva.