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Por Juan Taveras Hernández
Me pregunto constantemente, ¿vivimos en un régimen democrático o en un libertinaje donde los ciudadanos creen que pueden hacer y deshacer sin consecuencia ninguna?
La libertad de expresión y difusión del pensamiento tiene sus límites. Se supone que todos tenemos el derecho de decir lo que pensamos, pero respetando la integridad de los demás, su privacidad, su familia, su nombre.
Pero ocurre que, amparado en el derecho de expresión y difusión del pensamiento, muchos injurian y difaman a los demás, sin pagar consecuencia alguna. Ni la figura del presidente de la República, protegida por la Constitución y las leyes, es respetada. Constantemente vemos, a través de las redes sociales, en radio y televisión, toda clase de improperios contra el jefe de Estado.
Acusaciones, sin prueba alguna, de los más detestables crímenes y delitos.