Con Faride
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Por:Juan TH
Sus aspiraciones presidenciales, si alguna vez la tuvo o las tiene, la pospuso para cuando las circunstancias lo permitan.
Con alguna frecuencia escucho críticas muy duras y ácidas en su contra, desmesuradas y hasta ofensivas que intentan vulnerar su integridad, a lo que entiendo nadie tiene derecho.
La familia, los padres, la entidad y la privacidad de las personas deben ser sagradas, sobre todo en un “Estado democrático de derechos” donde todos debemos tener derecho a la privacidad y al buen nombre, como lo consigna la Constitución.
Todos reclamamos derechos, pero nadie quiere cumplir deberes. La democracia no me gusta, lo he dicho muchas veces, porque le da derecho a todo el mundo, a los necios como a los ignorantes, a los estúpidos como a los inteligentes, a los “brutos” como a los “inteligentes”, a los que saben leer y escribir como a los analfabetos. Los derechos humanos deben ser para los humanos derechos, no para los que nacieron torcidos o se torcieron en el camino social de sus vidas.
En este país hay que poner orden, hay que disciplinarlo de algún modo, incluso por la fuerza, si es necesario. Usted no puede hacer ni decir lo que le da la gana sin consecuencia alguna. ¡No!
Hay que poner orden, respetar las normas, los protocolos, las leyes. Nunca olvidemos que, como decía Alberto Cortez, “somos los demás de los demás”.
