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Juan TH
Pero no es cierto que todos los políticos sean idénticos, que todos mienten, engañan, roban y hasta matan. Hay políticos serios, que no van al Estado para enriquecerse con el dinero de la educación y la salud del pueblo.
En el caso Odebrecht los hechos, no las palabras, eran parte fundamental del entramado corrupto, de extorsión, chantaje y soborno que se instaló en la República Dominicana por ser el lugar más “seguro y confiable”. Hoy sabemos que la corrupción durante los gobiernos del PLD, de Leonel y Danilo, no se detenía en la puerta de ningún despacho, que la mayoría de los familiares de los expresidentes hacían negocios con el Estado, enriqueciéndose a manos llenas.
Los gobiernos del PLD convirtieron el sistema de justicia en un búnker para protegerse, para evitar ir a la cárcel. Fiscales, jueces, generales de la Policía, del Ejército, la Armada, la Aviación, dirigentes políticos de su propio partido y de la oposición, abogados, periodistas, sindicalistas, ingenieros, médicos, contratistas, suplidores del Estado, alcaldes, directores de distritos, clubes deportivos y culturales, juntas de vecinos… Todo el tejido social fue corrompido por los gobiernos del PLD, Leonel-Danilo.
El presidente Luis Abinader, ante algunas denuncias de corrupción durante su gobierno, ha dicho tener amigos, pero no socios, que todo el que cometa algún acto de corrupción será sometido a la justicia, no para complacer el morbo de las redes y algunas plataformas digitales, convertidas en estercoleros, sino para que se haga justicia.