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La emoción como brújula, la estrategia como camino
Las nuevas autoridades deben internalizar una verdad irrevocable: la política del siglo XXI no se define únicamente por la razón ni el cálculo estratégico. Es, ante todo, un acto de conexión humana. Cada voto es el reflejo de una emoción, una ilusión, un recuerdo, una herida o una esperanza.
Inspirar, conectar y comunicar desde el corazón constituye la vía más profunda hacia un cambio auténtico y duradero. El poder real no reside en los cargos, sino en las personas que los impulsan. Así lo dejó planteado el precedente Congreso Dr. Franklin Almeyda Rancier, sentando las bases para un partido más transparente, participativo y moderno.
Que la credencial del militante no sea solo un plástico, sino un recordatorio: «Tú eres la herencia viva de Manolo Tavárez Justo». Bajo el nombre de este símbolo de lucha, ética y dignidad, la FP selló una oportunidad crucial para definir su rumbo. No se trata de una simple elección interna, sino de la posibilidad de que el nuevo liderazgo fortalezca la cohesión y selle un nuevo pacto de solidaridad con el pueblo dominicano.
III. EL PLAN 2028: ESTRATEGIA, NARRATIVA Y LA CONQUISTA DEL ECOSISTEMA MEDIÁTICO
Con los resultados de este congreso, la Fuerza del Pueblo debe constituirse en su trinchera ideológica: un espacio donde no se reparten cargos, sino donde se forjan las armas de la transformación: educación, ética y organización. La prioridad absoluta debe ser la elaboración de un Plan Estratégico para la toma del poder político en el 2028, sustentado en un Plan de Comunicación revolucionario.
«La batalla política más grande no se gana en las urnas, sino en la imaginación de la gente.»
La derecha ha entendido a la perfección que la lucha democrática se libra, y se gana, en el ecosistema mediático. Un partido que no sea capaz de alterar la condición mediática de fuerza lo tendrá imposible para avanzar, y mucho menos para ganar. Este pilar estratégico debe descansar sobre tres ejes:
Narrativas, no noticias: Para influir en la gente solo se necesita una historia bien contada. El partido debe crear narrativas repetidas, emocionalmente resonantes, que conecten con las aspiraciones profundas del pueblo. Los portavoces deben ser arquitectos de sueños colectivos, capaces de traducir normas y programas en relatos que movilicen.
Conquistar la propiedad, democratizar la palabra: ¿Cómo lograr que las posturas democráticas lleguen al sistema mediático? La respuesta pasa por fórmulas innovadoras que faciliten la propiedad colectiva, social o pública de medios de comunicación. El partido no puede depender de una estructura mediática que le sea hostil. Debe crear su propia infraestructura de verdad, condicionando así el comportamiento ideológico, político y electoral de millones de personas.
Los medios de publicidad como aliados: El partido debe profesionalizar al máximo el uso de los medios de publicidad pagada, entendiéndolo no como un gasto, sino como una inversión estratégica para que sus narrativas lleguen a cada rincón del país.
IV. LOS PILARES DE LA ACCIÓN: CONSTRUYENDO DESDE LA BASE
Estrategias de Comunicación Política
La comunicación política trasciende la mera transmisión de información. Es el arte de construir narrativas persuasivas que conecten emocionalmente con la ciudadanía, entretejiendo técnicas de storytelling con recursos retóricos y una comprensión profunda de los contextos sociales y culturales del momento histórico. En este sentido, la Fuerza del Pueblo enfrenta un desafío particular: la construcción de una hegemonía comunicacional en un escenario mediático adverso.
El panorama es claro y debe asumirse sin ingenuidad: los próximos años presentarán un escenario donde el partido deberá enfrentar al Gobierno con los medios tradicionales actuando mayoritariamente en su contra. Esta realidad no debe paralizarlos, sino movilizarlos hacia una alianza más profunda con el pueblo, involucrándolo mediante acciones concretas que creen una dinámica popular de luchas y reivindicaciones callejeras. La militancia no puede limitarse a existir; debe orientar y dirigir la lucha popular, canalizando el descontento de los sectores productivos que se sientan afectados por las políticas públicas. La calle, el barrio, el campo, la comunidad: estos son los medios de comunicación más poderosos con los que cuenta la oposición.
Junto a esta batalla comunicacional territorial, la agenda debe contemplar pilares organizativos inquebrantables:
* Reconocimiento y visibilidad de los miembros activos: Quien entrega tiempo y esfuerzo merece ser reconocido. Un gesto de gratitud tiene el poder de inspirar a muchos más.
* Capacitación continua y acompañamiento:
Formación política, emocional y técnica para transformar el miedo en confianza y la duda en acción.
* Fortalecimiento del sentido de comunidad: Las nuevas autoridades deben actuar como tejedoras de puentes y no como gestoras de muros. Derrotando juntos los verdaderos enemigos: el desencanto, el individualismo, el oportunismo y el clientelismo.
* Fomento de la participación desde la base: Toda voz importa. La democracia interna se nutre del respeto y del diálogo.
* Difusión de testimonios inspiradores: Las historias de vida que emergen desde el pueblo son el alma del proyecto y deben convertirse en faro para las nuevas generaciones.
V. CONCLUSIÓN: LA HERENCIA Y EL HORIZONTE
El primer Congreso Elector «Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo» no representa un punto de llegada, sino un punto de partida. Es la semilla de un árbol que debe crecer con raíces profundas en el territorio popular y ramas extendidas hacia el horizonte de un país posible. Si la Fuerza del Pueblo asume este momento no como un evento protocolar, sino como un compromiso sagrado con la historia, con la sangre derramada por la patria y con los ideales que arden en el alma colectiva, estará frente a su gran oportunidad histórica.
Las nuevas autoridades tienen el deber de liderar con la humildad del que sirve, con la firmeza del que sueña y con la claridad del que sabe hacia dónde va. El porvenir no se construye solo con discursos brillantes, sino con gestos que unan, con acciones que inspiren y con decisiones estratégicas que pongan al pueblo en el centro de toda iniciativa. La coherencia entre el decir y el hacer será la única brújula confiable en tiempos de incertidumbre.
La Fuerza del Pueblo no debe aspirar a ser una estructura más en el escenario político dominicano. Tiene la responsabilidad histórica de ser el eco de una nación que clama por justicia, equidad y desarrollo genuino. La voz de quienes creen, contra toda desesperanza, que un mejor país no solo es posible, sino inminente. La esperanza organizada de quienes se niegan a resignarse ante la mediocridad y la corrupción.
El camino será arduo, sin duda. Pero como bien se ha dicho: «No temo a los ejércitos, temo a la narrativa que los guía». La comprensión profunda de esta verdad es lo que separará el triunfo histórico de la mera participación testimonial. El pueblo dominicano espera. La historia observa. Manolo Tavárez nos recuerda desde la memoria colectiva que la dignidad no se negocia y que el compromiso con la patria se honra con hechos, no con palabras.
El congreso ha culminado. Ahora comienza la verdadera batalla: la construcción cotidiana de un país donde la esperanza no sea un lujo, sino un derecho al alcance de todos y de todas.
