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Platón y el amor platónico: una visión filosófica del deseo y la belleza

Platón y el amor platónico: una visión filosófica del deseo y la belleza
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  • Publishedoctubre 24, 2025

 

Por: Ángel Ruiz-Bazán

El concepto de amor platónico ha trascendido los siglos hasta convertirse en una de las expresiones más conocidas del pensamiento filosófico de la antigua Grecia. Sin embargo, su sentido original en la obra de Platón (427–347 a.C.) dista mucho del uso cotidiano que le damos hoy. En la actualidad, se asocia con un amor imposible o idealizado, sin contacto físico o sexual; pero para Platón, el amor —o Eros, en su término griego original— era una fuerza espiritual que impulsa al ser humano hacia la belleza, el conocimiento y la perfección.

El amor según Platón

Platón trató este tema de forma profunda en su célebre diálogo “El Banquete” (Symposion), donde diversos personajes discuten sobre la naturaleza del amor. En esa conversación, el filósofo pone en boca de Diotima de Mantinea, una sabia mujer, la definición más completa del amor: un impulso que nos lleva del deseo por la belleza corporal al amor por la belleza del alma, y de ahí hacia la contemplación de la belleza absoluta, que es eterna, inmutable y perfecta.

Para Platón, el amor es, en su esencia, una búsqueda de la inmortalidad a través de la belleza. El amante, al admirar lo bello en otra persona, no se queda en la atracción física, sino que asciende —como si subiera una escalera— hacia formas más puras de amor: primero el amor por los cuerpos hermosos, luego el amor por las almas buenas, más tarde el amor por las leyes, el conocimiento y, finalmente, el amor por la idea de la belleza en sí misma.

Este proceso de ascensión es conocido como la “Escalera del Amor” o “ascenso platónico”. El amor, por tanto, no es una pasión irracional ni un simple deseo carnal, sino un camino hacia la sabiduría y la elevación del espíritu.

El amor platónico como ideal

El término “amor platónico”, tal como lo entendemos hoy, nace del malentendido o simplificación de esta doctrina filosófica. En la Edad Media y el Renacimiento, muchos pensadores reinterpretaron a Platón y difundieron la idea de que el amor platónico era un amor puro, no carnal, basado en la admiración espiritual y la conexión del alma.
Así, lo que en Platón era una búsqueda de lo absoluto a través de la belleza, se transformó con el tiempo en el símbolo de un amor ideal, imposible o inalcanzable, que no busca la posesión física sino la comunión emocional y espiritual.

De hecho, en la filosofía platónica original, el cuerpo no es rechazado, sino que se considera una etapa inicial, un punto de partida en la búsqueda de lo eterno. El problema surge cuando el amante se queda en la superficie y no continúa su ascenso hacia lo espiritual. Por ello, el verdadero amor platónico no consiste en renunciar al deseo, sino en trascenderlo, elevarlo a una forma más pura de conocimiento y conexión con lo divino.

El amor como impulso hacia la belleza y el bien

En la visión platónica, todo amor auténtico es, en el fondo, amor por la belleza y por el bien. Lo bello atrae al ser humano porque despierta en él el recuerdo del mundo de las Ideas —ese plano superior donde existen las formas perfectas e inmutables de todo lo que conocemos—.
Cuando amamos, según Platón, no buscamos sólo el cuerpo o la persona concreta, sino que anhelamos lo perfecto, lo que esa persona refleja del ideal eterno. Por eso, el amor tiene un carácter educativo y transformador: al amar, aprendemos, crecemos y nos acercamos a lo divino.

Esta concepción convierte al amor en una fuerza filosófica, una energía que impulsa al alma a salir del mundo sensible —el de los sentidos y las apariencias— para elevarse al mundo inteligible —el de las ideas puras y la verdad eterna—.

Reflexión final: el amor platónico hoy

En la sociedad contemporánea, el “amor platónico” suele entenderse como un amor imposible o idealizado, dirigido hacia alguien inalcanzable. Sin embargo, si recuperamos su sentido original, el amor platónico no es frustración, sino crecimiento espiritual. Es el reconocimiento de que el amor puede ser una vía para conocernos a nosotros mismos, para buscar la belleza más allá de lo físico y para aspirar a una forma superior de existencia.

Así, Platón nos invita a mirar el amor no sólo como deseo o sentimiento, sino como una experiencia filosófica: un camino que empieza en la admiración de lo bello y termina en la contemplación de lo eterno. El amor, en este sentido, no es una debilidad, sino una forma de sabiduría.

En síntesis

El amor platónico es, entonces, la búsqueda del ideal de belleza y perfección que trasciende el cuerpo y los sentidos, elevando el alma hacia lo eterno. No se trata de negar el amor humano, sino de purificarlo y dirigirlo hacia lo divino, hacia la verdad y la bondad absolutas.

Por eso, para Platón, el amor no sólo une a las personas, sino que conecta al ser humano con la esencia misma del universo.

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